El pulso, ese que nos lleva a hacer, a accionar y bombea fuerte. Hay un pulso que nos recorre, que nos identifica, que nos define. El nuestro propio.

Estas piezas están modeladas a mano y tienen un hacer propio. Han sido creadas por manos que tienen su propia esencia y pulso. Unas manos que han creado, con un ritmo y un momento propio, interno, no puede haber dos líneas iguales. No hay manos iguales. En las piezas queda reflejado ese movimiento interno que nos impulsa y bombea a hacer las cosas de una manera y no de otra. Donde puedan verse líneas imperfectas, hay verdad. No es imperfecto, es puro y verdadero. Es la verdad de ese momento. Donde el pulso interno y el bombeo de uno mismo hizo que esa línea fuese así. Un instante después o antes hubiese sido diferente, pero en ese momento sucedió y era verdad. Quizás pretendiendo una línea recta, quizás un círculo perfecto pero eso es la realidad. Es tu realidad, es la mía y la que cada uno tenemos. Es una forma de abrirse a decir: “este es mi pulso en la vida, este en mi impulso, mi bombeo interno.” ¿Cuál es el tuyo?, ¿Cómo se manifiesta? Puede ir desde lo más sutil a lo más evidente. Todas son diferentes y todas tienen una huella propia, no se producen en serie. Aunque en ocasiones, por el ritmo frenético y la cantidad de información de la que disponemos, se nos desvirtúe la sencillez de la vida y es en ese momento donde puede verse. Está ahí, en lo grandioso de tu bombeo e impulso interno, el que te marca, el que te habla, el que te acompaña con una intención, con una verdad.